EL TABERNÁCULO DE DAVID
En el Antiguo Testamento David descubrió que Dios habita en las alabanzas de Israel, es decir, que la misma presencia de Dios mora entre las alabanzas de Su pueblo (Sal. 22:3).
En Hechos 15:15-18, Jacobo dio a entender que lo que el Señor estaba haciendo en la Iglesia de los Hechos fue reedificar el Tabernáculo de David. Él dice:
"Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos."
Por lo tanto, la Iglesia debe conformarse al patrón que se ve en el Tabernáculo de David. David fue un hombre conforme al corazón de Dios. Su vida y su mensaje profético en los Salmos nos muestran que la morada del Señor, o sea, Su Tabernáculo, consiste en todos los creyentes que han entrado en una relación de amor con Cristo, relación basada en una vida recta y expresada por medio de oración y alabanza.
El Señor está reedificando, reparando y levantando vidas, para con ellas edificar Su morada. Todos aquellos que invoquen el nombre de Jehová serán salvos y recibirán liberación de sus ataduras al pecado.
El Padre está buscando adoradores que le adoren en Espíritu y en verdad (Jn. 4:23). Por tanto, Ministerios Hebrón enfatiza la alabanza a Dios según el patrón bíblico. En vez de intentar imponerles a otros alguna forma de adoración que sea producto de la imaginación humana, o de la cultura nacional de alguien, nuestro deseo es que seamos conformados al patrón de adoración que se encuentra en el cielo. David pasó tiempo en la presencia de Dios, y aprendió a ofrecer sacrificios aceptables de adoración; como sacerdotes neotestamentarios, nosotros somos llamados a hacer lo mismo.
(1 Pe. 2:5; Heb. 13:15).